Pepperoni

Pepperoni

En este día todo el lugar estaba tan lleno y en movimiento desde tempranas horas. Los hornos de pizza estaban a una temperatura impresionante.  Y sacando pizzas tan rápido, que parecía un arte de magia. El lugar no había estado lleno desde la navidad. Por todo el lugar se escuchaban risas, pasos y correteo de zapatos pequeños que hacían del lugar su patio de juegos favorito.

Al mostrador se acerca un padre de familia y dirigiéndose al cajero pregunta, ¿tienen mesa? El cajero mira el establecimiento casi como buscando una aguja en un pajar y encuentra una que estaba por ser libre. Informa de la mesa al padre de familia y este llama a su hijo José, que estaba distraído observando  a una pizza gigante pintando las caras a los niños. Tenemos mesa corre a verla exclamó su madre. Al ubicarse en su sitio el padre le dice a su pequeño,  pide lo que quieras que así como mamá tiene su día especial, hoy,  es el tuyo.

La harina estaba casi recubriendo todo el suelo. Por las paredes de la cocina  resonaba el golpear de los cuchillos en la madera y ese aroma a pepperoni inundaba el lugar. Ring! Ring! El timbre de un nuevo pedido se escuchaba otra vez y un hombre con un gran sombrero blanco lo toma. Muy rápidamente se produce el baile en espiral de la masa en la mano del cocinero, esta se recubre de pasta de tomate y casi ubicados con precisión a una distancia exacta caen los ingredientes que más le gustan a José.

El lugar de juegos tenía más y menos movimiento de lo normal. Más porque todos los juegos estaban llenos. Y menos porque el tobogán que desciende de la gran estructura, parecía una avenida principal en lunes por la mañana. Los colores de la piscina de pelotas contrastaban con los zapatos pequeños abandonados  alrededor de ella.

El aroma a pepperoni se hace más intenso y un gran charol plateado  se acerca y se coloca en la mesa, Buen provecho, siii! A comer.

Al final del día todo el sitio vuelve a la normalidad pero extrañando a sus pequeños clientes que volverán, tal vez,  el año entrante.