Recuerdo que estaba impaciente, era la primera vez que la
miraba. Estaba cerca de la mesa solo esperando a que llegue. No sabía si me iba a gustar o no, me habían
dicho que era difícil de tratar. Me acerque, la quede mirando. Su cubierta
estaba a medio salir, solo tenía que ir y despejarla de sus ropas, para hacerla
mía. Se dejó tratar, fue más fácil de lo que pensaba. Con suavidad le quite sus
ropas y ya la tenía frente a mí. Todo su frío se acercó a mi boca y pude
sentirla ah! Esa sensación única y
estremecedora, su aroma y su color eran magníficos. El tiempo se detuvo por un
instante y no aguanté más, la mordí. Me
acerque a toda su esencia y fue mucho
mejor de lo que esperaba, sabía que no iba a existir algo tan maravilloso. El momento
fue mágico.
Así fue la primera vez que probé el Kiwi... magnífico.
Muy bien Carlos.. Muy bien
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